No me molesta que ochenta y cinco personas en el mundo acaparen tanto dinero como las tres mil quinientas millones más pobres, tampoco que una persona con cinco sueldos me diga que he vivido por encima de mis posibilidades, menos aún que las más grandes compañías solo apoquinen un millón de euros al año a la hacienda pública; pero, ofende mi inteligencia que el presidente del Lander número dieciocho, Mariano Rajoy, vuelva sobre sus fueros y diga en televisión que ha hecho lo que había que hacer, mientras que algunos de los zoquetes a los que él mismo ha defendido con poca fiereza y mucha ambigüedad pregonan que hay que cumplir lo prometido en el programa electoral para hacernos comulgar con ruedas de molino y contentar con ello a la conferencia episcopal, a la derecha más reaccionaria y a la madre que los parió a todos ellos…
Somos ceronarios, sí, pero, no somos ceros a la izquierda; aunque sí somos la izquierda que ellos más temen.