Una vez, hace tiempo, mandé a mi chiquillo para que intentara salvaros de vosotros mismos y me le apedreasteis y crucificasteis, ¿cómo os digo ahora que no podéis estar más errados – y herrados también – con el armamento que habéis fabricado en mi nombre? ¿Que la única religión que me representa es aquélla cuyas normas no necesitan ser escritas para ser recordadas y que como yo estoy en todas partes, pues, no necesito de vuestras necedades para llegar al corazón de las personas?
Además, pecáis de ilusos si creéis que por haberlo escrito una y mil veces, durante varios miles de años, me vais a convencer de que ésa es mi palabra…
¿No lo habéis entendido…? Dejadlas decidir, no las tratéis como a niñas, sino como a mujeres libres, la mitad del género humano; y, a cambio, yo no crearé el infierno.
Dios