He perdido un rato de mi tiempo ocioso en escuchar el discurso del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Congreso de los Diputados.
La primera deducción por mi parte es la de que él y yo no vivimos en el mismo plano, puede que sí en el mismo país, aunque lo dudo, pero no en el mismo lugar espacial. Ha repetido el mantra de que su gobierno está impulsando la sanidad, la educación y la ayuda a los más necesitados. Según le oía decirlo, pensé:
este hombre se repite tanto sus propias mentiras, para que su expresión corporal no le delate al decirlas, que se las ha acabado por creer a pies juntillas.
Después recordé que ya estamos en campaña, que no es de esperar que diga unas mentiras diferentes de las que él y sus correligionarios nos colocaron durante la campaña de noviembre de 2011 y que, en realidad, nos está hablando a los tontos de siempre, pero dirigiéndose a los listos, a los que realmente le pueden arrancar la barba…
No le he oído decir ni una palabra del paro real, excepto para mencionar que tenemos la menor tasa de paro desde hace tiempo. La jodimos. Si es que las estadísticas están para utilizarlas completas, hombre… Si ha bajado la tasa de desempleo es porque ha bajado la población activa, gracias, eso sí, a las políticas antipobres del Partido Popular y sus ministros y ministras especiales.
Me entristece pensar que este señor nos crea tan imbéciles como para tragarnos sus monsergas, pero más aún me entristece que tengamos que esperar otros dos putos años para poder botarle.