Si la realidad hacía babear a los tontos mientras soltaban su veneno en las tertulias, en prensa, en radio y en televisión, a medida que pasaban las horas y los días desde los fatídicos atentados del 11 de marzo de 2004; esa misma mala baba ocultaba otra posible realidad, más dura, si cabe, que la que les interesaba a ellos, la de que los atentados fueran promovidos y patrocinados por alguna potencia gravemente herida en su economía por el fondo del meollo islamista: la guerra de Iraq.
¿Qué país, a excepción de Rusia, había resultado gravemente perjudicado con la guerra de Iraq?
Sus intereses económicos siempre han estado allí donde fuera necesario, y las más veces allí donde fueran contrapuestos a los españoles…
No me refiero a otro país que a Francia, cuyo estado empresa es el paradigma de lo que no debe ser un estado moderno y democrático. Francia es, además, un estado policial al uso más triste.
Su posición en el norte de África, como digo, siempre contrapuesta a la española, le ha permitido hacernos la doce trece durante años sin cortarse lo más mínimo, al tiempo que nos hacía la vida imposible en la frontera con sus trabas y sus campesinadas chovinistas…
Pero es que,
al comenzar la guerra de Iraq, Francia perdió una importante entrada de dinero procedente del régimen al que le vendía su tecnología militar y nuclear sin el más mínimo recato.
Su interés por intentar recuperar lo irrecuperable me parece obvio, aunque una vez que los americanos pisaron territorio iraquí su pérdida ya era irremisible, intentó – junto con Rusia – torpedear las resoluciones de la ONU al respecto; amparándose en oscuros intereses, que diría Rouco Varela…
Así que, ahí lo tenéis, Rouco, Aznar o Losantos, no estaban en montañas tan lejanas…