Si a mí me molesta el roce de la etiqueta de una camisa en mi cuello, no me imagino lo que sentirán los guardias civiles que llevan a sus espaldas la frontera meridional de España, con sus alambradas, concertinas y demás aditamentos anti seres humanos de una casta inferior…
No lo digo yo, sino que lo dice el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, es que ahora la frontera es móvil y depende de la marea, porque como los miembros del GRS no tienen por costumbre mojarse las botas aunque haya seres humanos ahogándose, no me imagino dónde estarán en días de temporal;
los llevan a Comillas o San Vicente de la Barquera en un día de viento del noroeste y la frontera acaba en Palencia.
Gracias a personajes similares la presunta Armada Invencible dejó de serlo, por no mencionar Trafalgar y su panda de traidores a las órdenes de los putos franceses; la sangre que nos hubiéramos ahorrado solo con poner en práctica la frontera de goma…