Va a ser verdad que Luis Bárcenas solo pasaba por Génova para recoger la tela que las grandes constructoras le iban dejando bajo el felpudo de la sede del Partido Popular.
Lógico, si pensamos que allí solo se puede uno detener durante unos instantes, puesto que la cantidad de diferentes sensibilidades sociales, culturales y religiosas, que hacen cola a las puertas de la sede es tan grande como el afán de cooperación con la justicia de los actuales dirigentes del partido.
Está claro que Luis Bárcenas es un tipo carismático, a la vez que atemorizador – solo hay que ver cómo algunos le firmaban recibos de cientos de miles de euros sin recibir el dinero – que consigue lo que quiere de los demás sin que estos tengan fuerza de voluntad, o de ánimo, para negárselo…