Puesto que ahora la españolidad española se mide en cuánto ama uno las corridas de toros, según Esperanza Aguirre, va resultar que yo, al menos, no soy tan español como ella;
y eso a pesar de descender de españoles cuando menos desde los reyes católicos, de haber nacido en España, de hablar el español correctamente y de tener la nacionalidad española indicada en el DNI del ministerio facha del interior de España…
Ella se refiere en su arenga patriotera taurina a aquellos que no son anti taurinos, sino que son anti españoles, que a buen seguro viven en montañas no tan lejanas y no son tan talentosos como ella desearía para poder cazarlos desde su nuevo cargo en la empresa liberal.
Yo, desde luego, no me encuentro entre esos anti españoles,
aunque tengo que decir que ser español es una de esas casualidades de la vida, porque muy bien podría haber sido francés de haber nacido en Francia, belga de hacerlo en Bélgica o suizo de haber nacido en España, ser españolazo de bandera e hijo de la gran puta de billetera…