Hay muchas maneras de ser libre, o creer que uno lo es: depende del contexto, de la cultura o, incluso, del estado de ánimo de cada cual.
Un niño es libre, por ejemplo, pero hasta el límite de la libertad que sus padres o familiares le concedan, y, berrinches aparte, no será libre en gran medida hasta que se emancipe, ni siquiera lo será a ese respecto cuando cumpla la mayoría de edad…
En los países libres y democráticos, como España, la libertad de cada cual está limitada por la de los demás, por su lugar en la sociedad y por las leyes, escritas y tácitas, del estado; nadie es libre en realidad más allá de su mente y de sus sueños, por no mencionar, o sí, a aquellas personas con problemas mentales, reconocidos o no.
Creo que el único recoveco real que nos queda para ser libres en la vida real es la libertad de expresión, es decir, la libertad de decir, que no hacer, libremente lo que nos venga en gana; sea esto justo o injusto, sea políticamente correcto o no, sea legal o no; porque nuestro cuerpo podrá ser condenado, maniatado o encarcelado, pero no nuestro pensamiento.
A este respecto, hoy he visto en el programa de Susana Griso, Espejo Público, una entrevista a Alejandro Cao –personaje al que no soy capaz de calificar o adjetivar sin que ello derive en una demanda por su parte, por injurias, contra mí.
«Ya me advirtieron que el programa estaba manipulado» dijo, refiriéndose -supongo- al reportaje que emitió «En tierra hostil» con él y la libertad coreana como protagonistas…
Días atrás, entrevistado también por Mamen Mendizabal en Más vale tarde, dejó algunas perlas de dudoso valor; pero el tío no da un paso atrás eso es verdad…
En un tuit que le puse a Mamen al respecto le comentaba:
A lo que ella me respondió hilando fino, eso sí, porque es obvio que no puede decir todo lo que le gustaría, un daño colateral de su puesto…
En ese aspecto, Mamen tiene menos libertad que yo, pero más poder.
Como en otras ocasiones en las que se le ha dado la oportunidad de hablar –oportunidad que él y los zoquetes que le pagan la gran vida que se pega le niegan a la población de Corea del Norte– Cao la ha aprovechado, en este caso, para insultar a la inteligencia de los colaboradores de Susana y, de paso, de todos o de la mayoría –supongo- de los que estábamos escuchándole con la mayor de las ganas de tirar la puta tele por la ventana;
con la esperanza de que el programa estuviera grabado y el mismo Cao recibiese fortuitamente un televisorazo al pasar por debajo de la ventana de nuestra frustración…
Que semejante esperpento de persona sea libre de expresar sus opiniones debería despertar de por sí en ella la idea de que es libre en España, cosa que no puede decir en Corea del Norte, y, sino, que pruebe a llamarle hijo de puta a Kim Jong-un –con perdón de su madre, que a buen seguro será una santa- de llamarle hijo de puta, digo, al miserable dictador y abominable persona que mal gobierna Corea del Norte; a ver si después consigue volver a España para defenderle otra vez…
O, quizá, deba intentar expresarse con libertad desde el mismo gulag al que fue llevado el peluquero del otro zoquete por el destrozo que le hizo.