«Yo lo robo, tú lo gastas y él lo paga».
Esa parece ser la máxima de la clase política española, –y digo clase con toda la peyoratividad posible– y de los palmeros y panfleteros que no alzan la voz más que para largar sus soflamas y quedarse asombrados con las opiniones que otros podamos tener al respecto.
Llevarse todo lo que no estaba soldao, de alguno de los modos y maneras popularmente conocidos como pelotazos, resultaba de lo más fácil si pasabas por allí, mientras que los que debían vigilar desde los despachos aledaños se dedicaban a leer el Marca y a fumar puros –supongo–.
Recibir dinero contante y sonante de unos empresarios, porque vale más caer en gracia que ser gracioso, que pasaban a saludar a los que sí tenían firma, pero que no les eran tan simpáticos, era la norma en la sede del Partido Popular en Génova; según los papeles de Bárcenas, cuyas anotaciones han sido contrastadas por el juez Ruz y la fiscalía, dándolas por buenas y reales.
Sin embargo, según esos mismos políticos que no se enteraban de nada, fuere como fuere, resulta que el señor Bárcenas se lo estaba llevando calentito de la caja A del partido, y no de la B como también ha confirmado el juez en sus últimos autos.
Mi opinión es que en Génova andaban allá por los mundos de Yupi cuando todos y cada uno de sus tesoreros les sisaban de la caja, al igual que ahora que están en el gobierno haciendo malo el mantra ese de que lo público está mejor gestionado en manos privadas, unas malos tan malas como las suyas, que todo lo que tocan lo joden… –Sino que se lo pregunten a Monago–.