Lo del PSOE, si no lo veo no lo creo, una frase de lo más original en la política actual, me parece tanto como cumplir las promesas electorales o no subir el IVA de las chuches…
Lo he tenido que ver con mis propios ojos y escuchar con mis propios oídos para creérmelo, pero hete tú que me lo he tenido que tragar, con espinas y todo: un asqueroso pescado extraído de alguna mugrienta laguna llena de aguas residuales e infestada de moscas y mosquitos, hambrientos de la sangre de muchos y confiados votantes Socialistas; un pescado hediondo y podrido como el espíritu de un PSOE herido de muerte por los componentes de la quinta columna neo liberal que lo corroe, que lo corrompe desde sus entrañas.
Y luego están los vagos, vividores e inútiles apoltronados que lo han permitido bajo la premisa de que es lo mejor para España, lo mejor para el partido y lo mejor para la puta que los parió; que será una santa, seguro…
A partir de ahora recibirán en justo pago por su traición unos curruscos de pan y algunas sobras del cocido, que serán esparcidas por el pesebre del Congreso para que sacien el hambre mientras le lamen el culo a sus amos del IBEX 35 y de los fondos de inversión alemanes.
Yo, por mi parte, prometo solemnemente no volver a caer en sus mentiras y no prestarle mi voto nunca más al Partido Socialista mientras quede uno solo de esos traidores en su ejecutiva o en el Congreso de los Diputados.