Soy el inútil del coronavirus, aunque ya lo sabía, más bien lo intuía, porque soy un inútil, es que ni como saco terrero soy útil en esta guerra contra el Covid-19: he de quedarme en casa sin molestar a los que sí son útiles, a los que dictan las normas y a aquellos que las hacen cumplir y, por último, pero lo más importante, sin contagiarme ni contagiar a nadie para no poner nuestras vidas en peligro, ni las del personal sanitario, que es aún más útil, ni exponer al sistema público al peligro de caer en un vórtice del que no se van a salvar ni los amiguitos del alma liberales (funcionarios en excedencia bien comidos metidos a política) que se lo cargaron…