Mientras la guerra nuclear asola Europa, rompiendo corazones atómicos sobre sus hermosas ciudades, después de haber sido liberada de sus cadenas por aquellos que la malcriaron durante décadas y que alimentaron su ego con el miedo de aquellos otros a los que estaba destinada a proteger; los primeros ocultan sus miserables traseros tras unos fabulosos y exclusivos muros de acero y hormigón, olvidando que estos lo aguantan todo, excepto, quizá, el paso del tiempo.