En la guerra de Gila estaba normalizado el uso de las nuevas tecnologías para mantener lo más fluida posible la comunicación entre los bandos enfrentados. El uso del teléfono era, en definitiva, lo que diferenciaba esta guerra de todas las anteriores. Es obvio que estas comunicaciones han contribuido a humanizar la guerra, haciendo de ella un videojuego muy realista para todas aquellas personas que no la sufren de forma directa, aquellas que la viven a través de la televisión o las redes sociales.
– ¿Es el enemigo…? ¡Buenas! Llamaba para ver si podían posponer la ofensiva de esta tarde a mañana por la mañana, es que nos viene muy mal porque coincide con la hora de la siesta, ¿sabe?
El paradigma de la guerra de Gila se da en aquellos casos en los que, por poner un ejemplo, el ejército ucraniano ataca determinados objetivos situados en territorio ruso y las autoridades rusas ponen el grito en el cielo y acuden a la ONU y a la Conferencia episcopal, si es menester, para detener esos intolerables actos de guerra contra su integridad territorial.
Por otra parte, no resulta menos llamativo que Vladimir Putin o su ministro Lavrov, copen minutos y más minutos en los horarios de máxima audiencia de los distintos medios de comunicación occidentales, en loor de esa libertad de expresión que nunca está de más en nuestra democracia y de menos en la suya:…
ya me imagino a Volodimir Zelensky malmetiendo en la televisión pública rusa, a eso de las 9 de la noche, todas las noches, desde que comenzó la guerra de Gila para los rusos y se abrieron las puertas del infierno para los ucranianos.