Yace postrada sobre la tierra mientras la serpiente huye sigilosa por entre la hojarasca y las altas hierbas. No le ha mordido por malicia, sino que lo ha hecho por puro miedo, el suyo ha sido un acto reflejo y como tal le es perdonado.
El océano
Mientras que su corazón se debilita y sus pulmones pierden fuelle a su vez, deja atrás la vida consciente al tiempo que duerme sin dormir y sueña sin soñar; asciende, lenta, pero segura, hacia el regazo de su Madre, que la observa desde la luz que alumbra a todo y a todos desde el fanal del faro que protege y guía en el más terrible y temible de los océanos, el océano en el que nadan los miedos más oscuros y los temores más atávicos: el océano del juicio final…
Nana
Mientras tanto, sonando en todas partes y en ninguna, se oye, y hay quien la escucha, una nana singular que acuna a los niños y niñas que no tienen lugar al que llamar hogar:
Nana, nana, nana
Nana, nana, nana
En la puerta del cielo venden zapatos
Pa’ los angelitos que están descalzos
Nadie a ti te ha conta’o que ningún sueño
Sabe de horas o tiempos, ni tiene dueño
Y cae la lluvia triste para mirarte
Detrás de cada gota te mira un ángel
Nana, nana, nana (nana, nana) nana
Rosalía
Mientras que Vladimir Putin y Netanyahu pergeñan su infamia y genocidio sobre Ucrania y Palestina, pensando que lo hacen en nombre de un bien superior,
una serpiente es perdonada por hacer lo que está en su naturaleza…